Enero de 2022
"Yo a las mujeres las imaginaba bonitas" (Andrea Maturana, Chile, 1969).
Yo a las mujeres
me las imaginaba bonitas, pintadas como la rubia de la esquina que siempre sale
a la calle cuando empieza a oscurecerse, pero la Chana llegó a la casa gritando
el otro día y le dijo a la mamá que no se había atrevido a contarle nada a la
señorita, que lo que le pasaba era demasiado terrible. Entonces se había escapado nomás del colegio
por arriba de la pandereta, congelada de miedo de no alcanzar a llegar y caerse
muerta por el camino.
La mamá estaba lavando cuando llegó
con el berrinche y, como siempre que
la Chana hace alharacas, ni se dio
vuelta para mirarla mientras ella lloraba y lloraba, hasta que la Chana le dijo
algo de una herida que yo no pude oír bien.
Ahí la hizo callar porque estaba yo y le dijo que mejor se iban a
conversar detrás de la casa para que la hermana chica –o sea yo- no
escuchara. Pero por la muralla del fondo
se oye todo y yo me puse bien cerca hasta pegar la oreja… igual la Chana habló
gritando todo el rato aunque la mamá la hacía callar por mí.
Claro que ahora que lo pienso mejor
las mujeres no tienen por qué ser bonitas.
Por ejemplo, la mamá es mujer y es muy guatona. Yo creo que por eso
el papá se fue y la dejó sola. Las
mujeres que les gustan a los hombres son las bonitas, como la rubia, que nunca
anda sola.
Algo se puso a decir la Chana que
ahora sí que sabía que eso estaba mal, que hace días la vino a dejar el Tito
después de esa fiesta que hubo hasta bien tarde (yo quería esperarla, pero me
quedé dormida) y los dos se quedaron atrás, en el patio chico, tocándose, pero
que ahora estaba arrepentida de todo y no se quería morir por esa herida que
tenía.
Como la mamá la quiere harto a la
Chana la consoló altiro, claro que
primero le dio unas cachetadas y le dijo que no le iba a pasar nada, que se
quedara callada de una vez y le diera a ella los calzones para lavarlos
mientras la Chana buscaba otro par en los cajones y además un trapo limpio. Le dijo que desde ahora iba a tener que
preocuparse de lavarlos y cambiarlos hartas veces al día por todos los meses y
años. Porque ya eres mujer, le dijo
después.
Yo
no entiendo qué tiene que ver ser mujer con eso de los trapos. Parece que todas las mujeres lavan ropa cuando
se hacen grandes como la mamá, sólo que a algunas no se les nota. Capaz que la rubia de la esquina
también. Yo creo que el Tito a la Chana
tiene que haberle pegado por fea cuando vinieron juntos a la casa, y que él le
hizo la herida. Si todos los hombres pegan,
y a lo mejor por eso le dijo la mamá a la Chana que ya era mujer.
Después de un rato se fue a cambiar
los calzones al lugar más apartado, pero yo igual la vi cómo lloraba, despacio
sin que la oyera la mamá y le pudiera volver a pegar. Pero la mamá ya estaba metiendo los calzones
sucios en un tiesto con agua que salió colorada, y se rió. Cuando la Chana salió a jugar medio moqueando
todavía la miró con burla y de nuevo la cacheteó para que no hiciera más cochinadas
con el Tito, le dijo.
Yo fui detrás de ella para ver si
así entendía mejor. Llegó a jugar al luche con las de la otra cuadra que se
hacen sus amigas, pero igual nomás cuchichean cuando ella no está.
Como en la mitad del juego, la Chana
tuvo que saltar bien lejos y por debajo del yamper cayó un trapo lleno de sangre, igual que el que me pusieron
a mí cuando me hice la herida en la rodilla.
Yo creí que se iba a morir, pero ella más que susto tenía como
vergüenza; dejó todo botado y corrió a la casa llorando mientras las demás no
paraban de reírse y apuntarla con el dedo.
Yo no sé por qué pasó esto justo
ahora que Javier, ése de lentes que va en mi curso, me ofreció hacerme la tarea
y después llevarme un día a la casa. Y a
mí me estaba empezando a gustar. Pero yo
no quiero que me acompañe de vuelta del liceo y me pegue después como el Tito,
no quiero ser mujer y tener una herida como la Chana, ni crecer y ponerme
guatona y que los hombres me peguen. Así
que voy a inventar cualquier cosa y me voy a venir sola a la casa mejor. Aunque esté oscuro.
(Des)encuentros (des)esperados, 1992.
Alharacas - berrinche –
coraje, pataleta.
Altiro – viene de la época
en donde se les avisaba a los trabajadores del campo la hora del almuerzo mediante
un tiro de escopeta. Rápidamente, lo
antes posible.
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