martes, 29 de enero de 2013

Sobre los minicuentos...

Breve manual para reconocer minicuentos - (Violeta Rojo)

                            Lamento escribirte una carta
                            tan larga, pero no tengo
                            tiempo de hacerla más corta. (Carlos Marx a Federico Engels)
Introducción:          
   Durante este siglo se ha hecho muy común un tipo de texto narrativo
particularmente breve, que ni siquiera tiene aún un nombre definido, aunque
se le ha designado de muchas maneras que van desde “minicuento”, “microrrelato”, “minitexto”, “microficción” y “textículo” hasta “relato enano”.Muchas de las razones por las que no ha sido analizada podrían ser consideradas a la vez causa y efecto: no es visto como una forma literaria seria, por ende no se estudia, pero cuando se estudia, como no es una forma considerada seria, se hacen análisis un tanto superficiales. Esto genera que sea una forma narrativa muy popular en el sentido de que se escriben muchos minicuentos que son muy leídos, pero que no ha tenido una crítica que la analice. Casi se podría decir que el minicuento no existeconceptualmente.Una de las primeras preguntas que surgen con respecto a los minicuentos es precisamente si son verdaderamente “cuentos”, ya que sus características difieren un tanto de las del cuento tradicional.
Características esenciales del minicuento:
a) Son muy breves, no llegan por lo común a las dos páginas impresas, aunque lo más frecuente es que tengan una sola página.
b) Pueden o no tener un argumento definido.

Opinión de Shapard y Thomas (1989), según la cual: “entre los escritores para quienes el cuento ultracorto es una forma literaria naciente y completamente nueva están los que insisten en que esa forma sólo puede consolidarse, sólo puede nacer, si se le da el nombre apropiado”. Efectivamente, la definición de un nombre es importante. Pensamos que si este tipo de narrativa tiene tantos nombres es porque no se han determinado sus límites genéricos y hay incertidumbre sobre dónde ubicarla. Una vez que esto quede claro, será fácil que tenga un nombre específico y, de igual manera, cuando tenga un nombre, se superarán muchas de las dudas y zonas oscuras sobre el minicuento, lo que quizás hará más fácil su estudio. Mientras no sepamos a qué atenernos con respecto a estas narraciones tan breves, cualquier tipo de conceptuación, definición y caracterización se dificulta.

Los orígenes del minicuento son desconocidos. Para algunos autores (Torri, Monterroso) la única forma de escribir es brevemente; para otros, el
minicuento les permite narrar historias cortas que quizás no podrían desarrollarse en textos más largos.
Como criterio genético del minicuento parece más convincente la teoría de la literatura imitativa. Los minicuentos pueden encontrarse en la literatura oriental de hace varios siglos, en las tradiciones hasídicas, en los cuentos árabes, en textos surrealistas, en las fábulas de Ambrose Bierce y en las greguerías de Ramón Gómez de la Serna, por no dar más que algunos ejemplos. En la literatura hispanoamericana de este siglo, como dijimos antes, hay minicuentos a finales de los veinte, después en los años sesenta, y cierto auge en los setenta que se mantiene hasta hoy. Parece que la eclosión de minicuentos desde hace veinte años se debe al éxito que alcanzó Monterroso con “El dinosaurio”, unido al de Cortázar con sus Historias de cronopios y de famas, que generaron la literatura de imitación.

El mini ¿cuento?
                
                  Una buena ley sería que el cuento
               no sea novela ni poema ni ensayo
               y que a la vez sea ensayo y novela
               y poema siempre que siga siendo
              esa cosa misteriosa que se llama
              cuento.(Augusto Monterroso)

La más clásica de las definiciones de cuento: “El cuento es una narración, fingida en todo o en parte, creada por un autor, que se puede leer en menos de una hora y cuyos elementos contribuyen a crear un solo efecto” (Menton, 1964). Si nos basamos en esta definición, llegaríamos a la conclusión de que el minicuento es, efectivamente, un cuento. Los minicuentos son narraciones ficcionales, creadas por un autor, obviamente se pueden leer en menos de una hora y, efectivamente, su brevedad y condensación contribuyen a crear un solo efecto. Sin embargo, el minicuento tiene también otras características: es más breve de lo habitual, muchas veces se puede leer en menos de un minuto y a veces tiene características de otros géneros.
Los minicuentos tienen el elemento narrativo; el elemento ficcional; su
extensión es breve -más que la habitual- y esta extrema brevedad genera que
se agudicen los demás rasgos: la unicidad de concepción y recepción se
acentúan, la intensidad del efecto es mayor, y, por supuesto la economía es
más grande, igual que el rigor y la condensación más apretada, ya que las
palabras a utilizar son pocas y el espacio es menor. Además, puede ser
reconstruido lineal y cronológicamente, narra una acción ejecutada por
personajes, se desarrolla dentro de un eje temporal, despierta en el narrador
el criterio de interés, posee intensidad, la historia es recuperable desde el
punto de vista cognoscitivo y provoca impacto en el lector. Según esto, entonces,
 el minicuento posee todas las características del cuento, pero a escala más reducida.
Los minicuentos tienen el elemento narrativo; el elemento ficcional; su
extensión es breve -más que la habitual- y esta extrema brevedad genera que
se agudicen los demás rasgos: la unicidad de concepción y recepción se
acentúan, la intensidad del efecto es mayor, y, por supuesto la economía es
más grande, igual que el rigor y la condensación más apretada, ya que las
palabras a utilizar son pocas y el espacio es menor.
Ejemplos:
“El nacimiento de la col”
 En el paraíso terrenal, en el día luminoso en que las flores fueron creadas, y
antes de que Eva fuese tentada por la serpiente, el maligno espíritu se acercó
a la más linda rosa nueva en el momento en que ella tendía, a la caricia del
celeste sol, la roja virginidad de sus labios.
-Eres bella.
-Lo soy, dijo la rosa.
-Bella y feliz -prosiguió el diablo-. Tienes el color, la gracia y el aroma.
Pero...
Pero?...
-No eres útil. ¿No miras esos altos árboles llenos de bellotas? Esos, a más de
ser frondosos, dan alimento a muchedumbres de seres animados que se detienen
bajo sus ramas. Rosa, ser bella es poco...
La rosa entonces -tentada como después lo sería la mujer- deseó la utilidad,
de tal modo que hubo palidez en su púrpura.
Pasó el buen Dios después del alba siguiente. -Padre --dijo aquella princesa
floral, temblando en su perfumada belleza-, ¿queréis hacerme útil? -Sea, hija
mía -contestó el Señor sonriendo., Y entonces vio el mundo la primera col.
Rubén Darío (Cuentos completos)
“Tragedia”
María Olga es una mujer encantadora. Especialmente la parte que se llama Olga.
Se casó con un mocetón grande y fornido, un poco torpe, lleno de ideas
honoríficas, reglamentadas como árboles de paseo.
Pero la parte que ella casó era su parte que se llamaba María. Su parte Olga
permanecía soltera y luego tomó un amante que vivía en adoración ante sus ojos.
Ella no podía comprender que su marido se enfureciera y le reprochara
infidelidad. María era fiel, perfectamente fiel. ¿Qué tenía él que, meterse con
Olga? Ella no comprendía que él no comprendiera. María cumplía con su
deber, la parte Olga adoraba a su amante. ¿Era ella culpable de tener un
nombre doble y de las consecuencias que esto puede traer consigo?
Así, cuando el marido cogió el revólver, ella abrió los ojos enormes, no
asustados sino llenos de asombro, por no poder entender un gesto tan absurdo.
Pero sucedió que el marido se equivocó y mató a María, a la parte suya, en
vez de matar a la otra. Olga continuó viviendo en brazos de su amante, y creo
que aún sigue feliz, muy feliz, sintiendo sólo que es un poco zurda.
Vicente Huidobro.
(Obras completas. Tomado de: Brevísima relación)
“Cuento cubano”
Una mujer. Encinta. En un pueblo de campo. Grave enfermedad: tifus, tétanos,
influenza,' también llamada trancazo. Al borde de la tumba. Ruegos a Dios, a
Jesús y a todos los santos. No hay cura. Promesa a una virgen propicia: si
salvo, Santana, pondré tu nombre Ana a la criaturita que llevo en mis
entrañas. Cura inmediata. Pero siete meses más tarde en vez de una niña nace
un niño. Dilema. La madre decide cumplir su promesa, a toda costa. Sin
embargo, para atenuar el golpe y evitar chacotas deciden todos tácitamente
llamar al niño Anito.
Guillermo Cabrera Infante.
(Exorcismos de estilo)
“Tabú”
El ángel de la guarda le susurra a Fabián, por detrás del hombro:
-¡Cuidado, Fabián! Está dispuesto que mueras en cuanto pronuncies la palabra
zangolotino. -¿Zangolotino? -pregunta Fabián azorado.
Y muere.
Enrique Anderson-Imbert.

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