miércoles, 15 de julio de 2020

La cortesía

Revisado y actualizado enero 2022

Escrito basado en publicación de “El Diario”, (Rafael Barrett) el 24 de junio de 1905.
     La cortesía es una entrega auténtica, es ceder voluntariamente a otra persona parte de nuestro poder, de nuestro placer y tal vez hasta de nuestra comodidad. Nos detenemos y cedemos el paso a otra persona, pasa antes que nosotros. De poco nos servirá ser las personas más cultas y correctas si estas cualidades no nos proporcionan la sensación de bienestar y paz que obtenemos  al dar un poco de nosotros mismos.
    La cortesía como herramienta importante en las relaciones humanas. Ayuda en la eficacia de la comunicación y por ende la relación de los individuos, mejorando así su calidad de vida.
    Las actitudes corteses son testimonio de consideración, respeto y aprecio por las otras personas con quienes compartimos. No significa estar en una situación de inferioridad. A cualquier edad el trato cortés facilita la convivencia y las buenas relaciones entre las personas.
    Ser cortés ayuda a mostrar nuestra consideración hacia otras personas. No importa la edad, raza, clase social ni estudios.
    La cortesía es como el aceite, suaviza. Si bien los brillantes se pulen al frotarse, las relaciones humanas pueden lacerarse si se “frotan” (en realidad se “confrontan”). Debemos procurar evitar los irritantes y estériles conflictos de la existencia diaria. No se debe subestimar a la persona educada, de modales prudentes que procura entenderse con los demás con palabras. Las palabras pueden provocar antipatía, desavenencias, odios y hasta guerras si son dichas para imponer una conducta ordinaria, humillante o acaparadora, avasallando al prójimo.  Si hacemos buen uso de las palabras, son maravillosas para invitar al prójimo de forma respetuosa a entenderse, aunque difieran en asuntos de “enjundia” (parte sustanciosa e importante de algo no material). La exageración se rebela en lo que es: debilidad. Los bárbaros, incurables, dan gritos, puñetazos sobre paredes o mesas para imponer su punto de vista e impresionar a sus semejantes. Pueden  resolver de momento, porque  someten y acobardan a quien quisiera  tener una conversación, ser tomado en cuenta, escuchar y ser escuchado. Solo en ese momento. Porque ese tipo de agresión verbal no funciona, no es un lazo para entendernos, es caldo de cultivo para otras agresiones. Provoca ansiedad y actitud defensiva en su interlocutor. Es lo opuesto a la cortesía. El antónimo de “suave” es áspero, brusco.
  “Si delante del enemigo la cortesía es heroica, delante de una mujer es deliciosa y sublime delante de la muerte. Al caer Metz en las garras de Moltke[1] se encontraron los heridos de Canrobert y de Leboeuf casi sin cloroformo. Los alemanes no quisieron darlo. Cuenta un cirujano francés que los oficiales moribundos rehusaban su parte del anestésico, para ofrecerla a compañeros de armas que hubieran de soportar operaciones más dolorosas. A ese grado la cortesía transfigura la carne y reina sobre la fatalidad.”
   “Vive y vivirá un libro sagrado, El Quijote, que es la epopeya de la cortesía. Las aventuras imaginadas por el mendigo español nos enseñan  a no concebir  empresa noble que no sea cortés  ni grosería que no sea insignificante.”[2]


[1] Se refiere a la Batalla franco prusiana del 1- 3 de septiembre de  1870
[2] Estos dos últimos párrafos son copias exactas del 1905

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