viernes, 27 de marzo de 2020

Arthur Schopenhauer (1788 – 1860)


Revisado enero 2022

Arthur Schopenhauer (1788 – 1860) fue un filósofo alemán, ateo declarado y 

abanderado del pesimismo profundo.
  
    De madre escritora y padre comerciante, su contacto con el mundo de las letras

 le permitió conocer a personalidades de la talla del escritor alemán En 1809

comenzaría la carrerade medicina en la Universidad de Gotinga, pero conocer 

al profesor de filosofía Gottlob Schulze,supuso un cambio radical en su visión 

de la vida y se volcó por entero al estudio de Platón, Kant,Spinoza o Aristóteles. 

Lector incansable, Schopenhauer presentaría su tesis 'Über die vierfache

Wurzel des Satzes vom zureichenden Grunde' ('Sobre la cuádruple raíz del 

principio de razónsuficiente') en 1813, consiguiendo el nombramiento de 

Doctor por la Universidad de Jena.

    Consiguió una plaza -aunque por un breve espacio de tiempo- como profesor

 en la Universidad de Berlín, no sin la confrontación directa con , que por aquel

 entonces ya gozaba de granpopularidad. Su enfrentamiento con Hegel llevaría 

a encuadrar su filosofía como 'antihegeliana'.

Schopenhauer

“La felicidad es solamente la ausencia del dolor”.

“La vida es sólo la muerte aplazada”.

“El hombre ha hecho de la Tierra un infierno para los animales”.

“Cada partida es una anticipación de la muerte y cada encuentro una anticipación de la

resurrección”.

“A excepción del hombre, ningún ser se maravilla de su propia existencia”.

“De vez en cuando se aprende algo, pero se olvida el día entero”.

“El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros los que las jugamos”.

“Hay seres de los que no se concibe cómo llegan a caminar sobre dos piernas,

 aunque eso nosignifique mucho”.

 “La soledad es la suerte de todos los espíritus excelentes”.

“Las religiones, como las luciérnagas, necesitan de la oscuridad para brillar”.

“No hay ningún viento favorable para el que no sabe a qué puerto se dirige”.

“Pocas veces pensamos en lo que tenemos, pero siempre en lo que nos falta”.

“Se dice que la maldad se expía en aquel mundo; pero la estupidez se expía en este”.

“Toda vida es sufrimiento”.

 “Los hombres vulgares sólo piensan en cómo pasar el tiempo. Un hombre inteligente procura aprovecharlo”.



Algunas características de autoestima alta y baja

Revisado enero 2022


Algunas características de la autoestima  alta y baja:
Autoestima alta                                   Autoestima baja

Usa su intuición y percepción          

Usa sus prejuicios

Dirige su vida hacia donde cree
conveniente, desarrolla habilidades que
lo conducen hacia sus mejores posibilidades.

Dirige su vida hacia donde otros quieren que vaya, se siente frustrado, enojado y agresivo.

Es consciente  de su constante cambio,
adapta y acepta nuevos valores y rectifica caminos.
Inconsciente del camino, es rígido en sus valores y se empeña en  permanecer estático
Aprende y se actualiza  para satisfacer
las necesidades del presente.
Se estanca, no acepta la evolución no ve sus necesidades, no aprende.
Ejecuta su trabajo con satisfacción, lo
hace bien y aprende a mejorar.
Ejecuta su trabajo con insatisfacción, no lo hace bien ni aprende a mejorar.

Se gusta a sí mismo, y gusta de los demás.
Se disgusta consigo mismo y le desagradan los demás.
Se aprecia y se respeta a sí mismo y a los demás.
Se desprecia y humilla a los demás.
Tiene confianza en sí mismo y en los demás.
Desconfía de sí mismo y de los demás
Conoce, respeta y expresa sus sentimientos y permite que lo hagan los demás.

No conoce sus sentimientos, los reprime; no acepta la expresión desentimientos de los demás.
Acepta que cometió errores y aprende de ellos.
No acepta que comete errores, o se echa la culpa y no aprende de ellos.
Asume sus responsabilidades y ello le hace crecer y sentirse pleno.
Diluye sus responsabilidades, no enfrenta su crecimiento y vive una vida mediocre.

Tiene la capacidad de autoevaluarse y no tiende a emitir jucios de otros.
No se autoevalúa, necesita  la aprobación o desaprobación de otros; se pasa emitiendo juicios de otros.
Maneja su agresividad sin hostilidad y sin lastimar a los demás.
Maneja su agresividad destructivamente, lastimándose y lastimando a los demás.




jueves, 12 de marzo de 2020

Cuento escrito por C. J. García “Una guagua llena de efímeros”


Revisado enero 2022

Cuento escrito por C. J. García (publicado en El Nuevo Día 11 de julio de 1999)

“Una guagua llena de efímeros”

A Charo: mejórate pronto.
  
   En esta bendita isla del Caribe donde transcurren nuestras vidas, hasta los vocablos más inocentes suelen acarrear algún matiz político. Coco, pava, machete; azul, rojo, verde; en fin en algo tenemos que entretenernos.
  Tanto es así que ni el idioma se salva de las manifestaciones más insulsas de la politiquería. Que si hay uno, que si son dos, que si cuál es el oficial, que si somos bilingües… yeah, right!. (Pregúntenle a un amigo mío que anduvo meses solicitando una secretaria que dominara el segundo idioma, hasta que empleó a su propia esposa.)
   De todos modos, mientras sigamos debatiendo tales inutilidades de evidente corte partidista, no nos percataremos de las terribles dolencias que sufre nuestro vernáculo.
 (¡Con lo desagradable que resulta un vernáculo dolido!)
  La cantaleta más recurrente, el chivo más expiatiorio, es el de los resonados anglicismos: el parkin, el biuty, la cliperadora, el mofle… En todos los países de habla hispana existen y a nadie se le ha ocurre relacionarlos con la política. En otras palabras, un español puede pedir auto stop para llegar pronto al water sin ningún tipo de remordimiento lingüístico. De la misma manera, un panameño puede chequearles los breques a su automóvil, y como si nada. Y hasta un cubano guardar un pedacito de cake (pronunciado queique) en su Frigidaire, sin el menor temor a una reprimenda por contrarrevolucionario.
  Pero en esta politizada Perla del Caribe, los anglicismos representan cierto tipo de progreso para algunos, el más pérfido asimilismo para otros, y para la inmensa mayoría, un Frankly, I don’t give a damn.
  A mi juicio, ésta es la actitud que más debe preocuparnos. Ese que se chave (por no dar su sinónimo más castizo) tan típico del “modus hablandus’’ de gran parte de nuestra población isleña.
   Permítanme algunos ejemplos. Cerca de Río Grande, existe un negocio que vende e instala PISCINAS. Bueno, por lo menos, si usted viene desde Fajardo, porque si se dirige hacia el este, entonces, le venden, erróneamente, PISINAS.
   Usted podría alegar que se trata de un pequeño error, puesto que uno de los rótulos del local (dirección este-oeste) está bien escrito. A lo mejor, en vez de un problema de indiferencia lingüística, el dueño no tiene los chavos para reemplazar el letrero. No obstante, dado que el negocio de las piscinas se caracteriza por su liquidez -perdonen el retruécano,- es claro que se trata de un típico caso del aludido ¡que se chave!
   Esto me acuerda un episodio que viví  (mas bien sufrí) hace unos años en una clase español comercial. Estudiábamos las distintas clases de nombres propios, comunes, concretos, abstractos… Luego de un breve repaso, pasamos a discutir la diferencia entre el plural de los sustantivos individuales y el singular de los colectivos.
    De repente, una estudiante (Selenita, sin duda) me reclamó: Profe, es que usted me confunde.Lleva toda la clase hablando de los nombres y ahora me cambia pá los sustantivos…
   Doce años de educación elemental, intermedia y superior: una sola actitud: ¡que se chave!
    El siguiente trío de joyas me lo relató la Dra. Rosario Núñez de Ortega (nuestra querida Charo) la autora del utilísimo y accesibilísimo Dígalo bien que nada le cuesta. (Por cierto, después de 30 años de cátedra en el Recinto de Cayey de la   UPR, ella podría publicar un libro de esta clase de anécdotas, pero creo que no lo hace por misericordiosa).
     Joya #1: Mi mamá me dijo que me cuidara mucho el oprobio. Confiamos en que esta joven haya sido lo suficientemente cauta con el susodicho. (Me pregunto si un oprobio descuidado es peor que un vernáculo dolido. Claro que nunca lo podré confirmar, pues como soy varón, ni siquiera sé si tengo uno.)   
    Joya #2: El canal de Soez está en Panamá. Si el alumno se refería al Canal de Suez, se equivocó por medio mundo. Pero si su referente era la televisión, su error no trascendió los confines del Mar Caribe. (Todo el mundo sabe que los canales más soeces se hallan en Puerto Rico). Por lo tanto, un doble ¡que se chave: semántico y geográfico.
   Joya #3: La guagua estaba llena de efímeros. Quizás el caso más alarmante, por tratarse de una estudiante de cuarto año de pedagogía. Es evidente que esta futura educadora buscó la palabra en el diccionario y agarró lo primero que leyó.
EFÍMERO adj. Pasajero, de corta duración.
    Y así sin fijarse en la categoría gramatical, sin leer el resto de la definición, sin preocuparse del disparatazo que escribía, esta casi maestra (que hoy debe estar “educando” a nuestros niños) zumbó su contribución al que se chave más pernicioso de todos: el que invade nuestros salones de clases.
    Ahora bien, ¿de dónde viene esa actitud para con el idioma? Por qué compartimos esa dejadez, ese desamor, ese maldito que se chave? Es como si no nos diéramos cuenta de las cosas más básicas. Como si no quisiéramos admitir que articulamos nuestros pensamientos, que nos comunicamos, que nos expresamos por medio del idioma.Como si no nos percatásemos de los privilegios exclusivamente humanos que representan los matices, los caprichos, el léxico de una lengua. Como si olvidáramos que ella compone nuestros cantos, nuestros llantos, nuestros exámenes de conciencia.
     Me pregunto por qué no podemos tratar nuestro idioma con el mismo cuidado, cariño y respeto con que un músico trata su instrumento, un pintor sus pinceles, un programador su computadora… Ellos necesitan de estos medios para expresarse, para comunicarse, para crear espacios que los acerquen a su divinidad.
     Claro es que el idioma también nos proporciona expresión, comunicación y creación, solo que de un modo más articulado, más consuetudinario, más familiar…
    Me encantaría pensar que algún día, el vernáculo no sufrirá más de nuestro endémico que se chave. Podría ser el primer paso de un largo y complejo proceso de sanación.
   Desgraciadamente, mi esperanza es efímera y ya se encuentra en la parada, tanteando el menudo de sus bolsillos.